viernes, 7 de junio de 2013

Algo más sobre la contaminación ambiental



Escribe Mikjail Garboza Siabala

Muchos de nosotros probablemente hemos escuchado hasta el cansancio: “No botes basura a la calle”, “Cuida tu medio ambiente”, “Recicla..” etc. Y nos empezamos a preguntar: ¿Por qué me dicen siempre esto?, y solemos respondernos: “Por qué el medio ambiente está en peligro.. bla… bla .. bla”.
Pero la pregunta del millón seria: ¿Sabemos la gravedad de la situación?

Buenos días miss Sara, compañeros todos, mi nombre es Mikjail Garboza y hablare sobre la destrucción del medio ambiente y la conciencia que debemos tener.

Calentamiento global, agujeros en la capa de ozono, extinción de animales, cambios climáticos… como si estas no fueran suficientes advertencias como para tomar conciencia sobre un cambio muy peligroso para la vida en nuestro planeta y que increíblemente es causada por nosotros.

Los mensajes que normalmente vemos pueden que sean coloridos para llamar nuestra atención en un principio, siendo visualmente amigables, algunos de ellos claro. Un claro ejemplo es cuando se celebra en nuestro colegio el día del cuidado del medio ambiente el cual nos muestran videos o imágenes que son para hacernos conscientes del problema. Aunque muchos no tomen mucha conciencia; detrás de esos coloridos letreros que nos piden que por favor tomemos conciencia se esconde una oscura y dura verdad que es la destrucción del medio ambiente y un mundo que una vez fue azul y verde pase a gris y sucio.

Pongámoslo así, imagínense la orilla una playa, llena de peces y aves muertas, y en ese escenario, pelicanos bañados en petróleo tratando de volar mientras unos delfines, orcas y ballenas expulsan de sus espiráculos basura y petróleo. Otro escenario puede ser, un oso polar aferrándose al ultimo bloque de hielo que queda en medio de un océano aferrándose a la vida. Pueda que estos escenarios hieran tal vez la sensibilidad de algunas personas, pero es la triste realidad que se avecina.

Están habiendo cada vez menos árboles, que son los pulmones de nuestro planeta, poniendo en peligro el mismísimo aire que respiramos, ¿se imaginan un mundo sin árboles?, ¿Qué purificaría el oxígeno que respiramos? ¿Qué haríamos sin oxígeno? O más bien, ¿Cómo viviríamos sin oxígeno?.

No solo debemos pensar que los árboles nos mantienen con vida, si no también que son el hogar de muchos animales. Animales que tristemente ven como lo que una vez fue su hogar ahora se está convirtiendo en un triste desierto donde la vida no tiene lugar.

Si piensan que los animales son los únicos afectados pues, están equivocados, el ser humano también será afectado, por ejemplo, esos días de playa que muchos de ustedes deben adorar, serán días de rayos UV tan fuertes que les causara un cáncer a la piel por seguro. ¿Triste no es así?

Pero si ahora nos ponemos a pensar, ¿Qué es lo que causa todo esto? Pues la respuesta en simple, y tal vez las cosas que te voy mencionar las has escuchado ya muchas veces: la tala indiscriminada de árboles, la contaminación de ríos y mares, el humo y gases tóxicos que se elevan hasta la capa de ozono haciendo que este se vaya deteriorando siendo este nuestro protector, nuestro escudo contra los dañinos rayos UV del sol, el botar basura en las calles… no solo en calles si no en parques y en zonas verdes demostrando así el poco interés que le tenemos al medio ambiente.

Todos estos problemas están haciendo que nuestra vida futura tanto como las e nuestros hijos, sea una vida muy miserable y pobre, ya que creo que a muchos de ustedes les debe doler el hecho de que un futuro ya no podrás salir a correr como siempre, ya no podrás ir a la playa, no podrás salir al parque porque ya no los habrá, y si los hay, serán separados de la sociedad ya que sería lo poco de verde que queda en el mundo y se protegerá con recelo.

Los cambios climáticos que son consecuencias del calentamiento global son notables aquí en nuestro país, pero por ignorancia algunas personas piensan que es algo normal o extraño sin saber lo que es en realidad. Por ejemplo, ustedes habrán notado que cada verano es más caliente que el otro, mas bochornoso e insoportable al punto que ya no se está volviendo muy divertido el hecho de que sea verano, también que cada invierno sea más y más frio. Y aun así los que somos conscientes del problema hacemos tan poco.

Nuestro Perú es un lugar en donde la flora y fauna es abundante, somos por así decirlo el catalogo del mundo, tenemos algo único, que debemos proteger, ya que al tener tanta biodiversidad somos los protectores de eso, y como sus protectores debemos dar el ejemplo, debemos demostrar a los demás cuanto yo cuido a mi país tanto como a mi planeta, pueda que tu estés recogiendo una envoltura del piso y después de eso veas a alguien a tan solo unos metros botando otra envoltura, ¿ te rendirías? ¿Dirás que el mundo ya no tiene solución? O recogerás esa otra envoltura. Te apuesto que uno o 2 personas habrán visto lo que paso y lo que hiciste, y te apuesto que en un futuro harán lo mismo haciendo que se convierta en una cadena y tal vez un día veas que la gente dejara de ensuciar las calles, “todo grano de arena cuenta”.

Dice la frase:

“La mejor herencia que podemos dejarle a nuestros hijos es un planeta en el que puedan vivir".

Mejor dicho, imposible.

En conclusión, no tengo que repetirles lo que ya es muy obvio, y supongo que muchos de ustedes probablemente al escuchar “en conclusión” pensaron que diría algo típico, pero no, en conclusión, quiero decirles que se pongan a pensar bien sobre este problema que nos consta a todos, si quieres ser uno más de un montón al que escuchara esto y tal vez no lo tome en cuenta pues bien, intente concientizarte, pero si escuchaste y captaste todo lo que trate de decirte pues, lo logré, logré concientizarte al menos un poco, un 10 o un 20%, no importa, pero al menos hice que pensaras, y ojala ese 20% se convierta en un satisfactorio 100% pero a tiempo, ya que, el cambio se debe hacer ahora. Gracias.

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Sobre el autor:


Desde muy tierna infancia este nieto mío advertía precocidad para la ciencia y también para la literatura. No puedo ocultar la satisfacción de compartir con mis lectores y corresponsales este artículo, publicado en Facebook por su querida mamá y que me he permitido publicar en este Blog destinado a la colaboración de mis amigos.

jueves, 18 de abril de 2013

EL BARRIO DE CHACARITAS EN LA CIUDAD DE LIMA


Escribe Guillermo Lam Almonacid

El barrio de Chacaritas estaba ubicada en el extremo sur de la Lima amurallada. Según el poeta José Gálvez Barrenechea, en su célebre libro Las Calles de Lima y los meses del año, describe que por la zona de la calle Chacarilla y hasta la muralla que pasaba por la avenida Grau, existían huertas, y una de aquellas pertenecía a un virrey para su residencia de campo.

Uno de los primeros locales importantes, ubicados en la época virreinal, es la casona de San Marcos, que fue sede del Real Convictorio de San Carlos, creado en el periodo del virrey Amat y Junient. Ya durante la República  fueron surgiendo las calles y los jirones Cotabambas, Bambas, Sandia, Mapiri y San Carlos. En el siglo XX, se unen al barrio de Chacaritas, las primeras cuadras del jirón Montevideo y avenida Abancay, los jirones Leticia y Juan Castilla.

En el siglo XX, lugares emblemáticos del barrio de Chacaritas son el Palacio de Justicia, construido durante el gobierno del presidente Oscar R. Benavides, el mercado y la plazuela de Guadalupe, el Hospital Italiano, la clínica Maison de Santé y la escuela fiscal de primaria ubicado en el Jr. Montevideo. Hay otros locales conocidos y populares, como la embotelladora de R. J. Barton, la Cafetería y Confitería D’Onofrio, el Coliseo de Gallos Sandia, los cines Omnia y Variedades y el Centro Social y Musical “Tipuani”.

El jirón Bambas, a comienzos del siglo XX, tenía familias de origen japonés como residentes. Había bodegas y panaderías regentadas mayormente por ciudadanos italianos. Luego fueron integrándose las pulperías, carbonarías  peluquerías y fondas de ciudadanos japoneses. Las fondas eran restaurantes pequeños y se ubicaban en la avenida Abancay, donde se ofrecían platos fríos y calientes. Al mediodía las fondas se abarrotaban de gente, y los mozos presurosos atendían los pedidos y exigencias de los parroquianos. Suculentos platos llegaban a las mesas, tales como cebiches, cau-cau, tallarines rojos o verdes, cazuela o sopa sustancia, sopa a la minuta o menestrón, o un combinado de frijoles con seco.

Para los servicios religiosos, los vecinos de Chacaritas, acudían a la Iglesia de Los Huérfanos, la Iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús y la gruta de Lourdes. La zona de esparcimiento, era el Parque Universitario con su típica torre y reloj y que fue una donación de la colonia alemana, en el centenario de la independencia del Perú del año 1921. Para los varones en edad escolar, estaban la escuela fiscal ubicada en el jirón Montevideo, y el Colegio Nacional Alfonso Ugarte en la calle Chacarilla. Para las niñas había un centro escolar ubicado en la calle Corcovado y el colegio particular Centro Social de Señoritas en la calle de Padre Jerónimo. Para el transporte vehicular estaban las líneas 4, 9, 17 y 21, la línea de colectivos Victoria-Viterbo, y la estación de tranvías de la Colmena.

Los eventos históricos del barrio de Chacaritas, sucedieron mayormente en la casona de San Marcos. En el magnífico Salón de Grados, se convocaron las primeras reuniones para formar el Congreso, durante los albores de la República del Perú. Otro evento histórico, sucedió en el Hospital Italiano el 30 de Abril de 1933, cuando falleció allí el presidente Sanchez Cerro, víctima de un atentado durante el desfile militar realizado el mismo día en el Campo de Marte. Para la historia del fútbol peruano debemos recordar, que el Club Alianza Lima, fue fundado el año 1901, en un local del jirón Cotabambas. 
  
Lima, 14 de Abril del 2013

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Notas sobre el autor

Don Guillermo Lam Almonacid, apreciado amigo y condiscípulo, ingeniero mecánico-electricista, por la Universidad Nacional de Ingeniería, es también periodista e historiador aficionado y mentor conspicuo de las promociones del Colegio Nacional Alfonso Ugarte. Memoria prodigiosa para personas, detalles anecdóticos; melómano de la buena música que incluye el jazz. Integra la Promoción AU55, diurna, como gusta recordar. 

Ha querido tomar la posta y nos regala con este artículo.




miércoles, 10 de abril de 2013

SAN JUAN DE NEPOMUCENO


         Escribe, Pablo Livia Robles
        
Dedicado a mi gran amigo, Sr. Dr. Luis Alejandrino  Siabala Valer


San Juan de Nepomuceno, es el nombre  de la tercera cuadra, viniendo del Paseo de la República  del Jirón Mapiri, hoy Miguel Aljovín, cambio de nombre, el cual puede  creo yo  justificarse, pues rememora a dos  médicos -padre e hijo- de notable trayectoria en la Medicina peruana. Digo esto con el perdón que me dispensas querido amigo, pues soy muy reticente a los cambios de nombre de calles y lugares, que en  arranques  estúpidos, tienen los ediles.

Decía que San Juan de Nepomuceno, figura en algunas citas como la segunda cuadra de Mapiri, permíteme seguir llamándola así, porque así se llamaba cuando me mude el año 1956 a los Barrios Altos, cuya denominación también ha cambiado por que ahora son sólo Barrios Altos y aquí mi amigo voy a hacer uso de mi egoísmo, para poder enviarte algunos de mis recuerdos que estoy seguro que situados en otros lugares de nuestra Lima, como tu barrio Las Cruces, guardan algo o tal vez  bastante en similitud.

El Jirón Mapiri, esta encajonado en su primera cuadra por el Paseo de la República  y  al otro extremo, digamos al este por el jirón San Carlos,  el que al cruzar la Avenida Grau, da origen a la Avenida Iquitos.  Es por esto que en  la numeración actual la primera cuadra, la conocen como la del Palacio de Justicia, que para la época que te cuento era una vía tranquila y de poca actividad.  En la acera del frente,  en esta  cuadra, que está delimitada por el Paseo de la República y el Jirón Azángaro que muere allí, me cuenta mi madre que  estaba situada la fábrica de galletas Arturo Field, que luego de un gran incendio, procedió a tapiar todo su local, mudándose  a otro sitio, fuera del radio céntrico.  Ella me hacia recuerdo que  a eso del mediodía, la pastelería que también hacía, sacaba unos pastelitos pequeños pero de un sabor sublime  y que contaba con una demanda excepcional por los vecinos y viandantes.

La segunda cuadra, era conocida como Hospital Francés o mejor Maison de Santé, cuya fachada permanece impertérrita hasta el día de hoy.  Y por su misma acera, se situaban varias casitas de las que llamábamos en Lima de puerta americana -por lo moderno y bajas- y en la esquina tenía su  peluquería un chinito muy agradable, donde recuerdo me llevó mi padre a mi primer corte de cabello y que para mí fue una experiencia terrible, pues todavía recuerdo el llanto y desesperación que me produjo tal episodio, que llego al acmé de la tragedia cuando el peluquero me roció el bendito alcohol en la nuca.  Luego después, no fue necesario que mi padre me sobornara con algún juguetito o golosina para acudir a una sesión de embellecimiento.  Recuerdo que uno de los juguetes que me obsequió era un artilugio pequeño que consistía en una pluma llamativa muy bonita de colores fuertes y que iba editada en un disco de brillante metal pequeño del tamaño de una chapa de gaseosa, atada a una cuerda larga y que la hacerla girar sobre la cabeza generaba un silbido tan fuerte como el impulso que se le daba.  

La segunda cuadra era también conocida como la Plazuela de Guadalupe, lugar muy apacible y de mediano tránsito de las personas, que iban en pos del tranvía al Paseo de la República  con rumbo  al Centro o a Los Barrios Altos o El Rímac (que así se llamaba). O también rumbo a La Victoria o Lince y Barrios del Sur o hacer el viaje interurbano hacia Miraflores, Barranco o Chorrillos, al igual  que al Mercado de Guadalupe y  la Parroquia de los Huérfanos,  detrás del Parque Universitario. La plazuela de Guadalupe era un lugar simpático, coronaba su centro una poza de cemento cuadrada de bajo fondo que, imagino seria lo que se dio en llamar un espejo de agua  y  que permitió en más de un verano servir, de piscina a los mataperros  del barrio.  Estaba adornada con algunos ficus viejos, que proveían  sus frutos pequeños,  semejantes a bolitas, con los que los niños usando fósforos hacían sillitas y otras curiosidades,  también era el lugar de unos encuentros de fútbol, que sólo eran interrumpidos por los policías que pasaban hacia  la quinta comisaria en el Jirón Cotabambas  y de los que huíamos, por que podían chaparnos  y hacernos pasar un mal rato con nuestros padres. En donde terminaba la Plazuela, llego a instalarse una Farmacia, que anteriormente había estado funcionando en la cuadra tres y tenía como nombre Farmacia La Santé, era bastante particular, la Q-F dueña, tenía unas peceras con unos pececillos carnívoros que eran la atracción de nosotros, los parroquianos menores, que nos sorprendíamos cuando ella narraba que en muchas ocasiones caían dentro de la pecera algunos bichos y eran  devorados por estos monstruitos. El hermano de la farmacéutica, lo recuerdo, era un gordo enamorador, que contaba con el apoyo de ella para tratar de consumar sus romances y los vecinos hablaban de él diciendo que era un bandido, aunque con poca suerte.  

Caminando  hacía la esquina de Cotabambas, iniciaron, no recuerdo la fecha y culminaron una especie de condominio con puertas americanas hacía la calle.  Tenía una entrada grande con una gran reja que protegía  los departamentos interiores, era una construcción de diseño moderno  y  que hoy está  llena solo de oficinas. Y  al final de la cuadra había un corralón, el cual servía de depósito de carcochas y de taller de mecánica general. Este sitio lo recuerdo porque era el lugar donde se refundía el perrito de mi padre, un fox terrier airedale que se escapaba  de la casa y venia todo cubierto de grasa y suciedad;  llegaba en las madrugadas haciendo un ruido infernal. Y a esa hora teníamos que agarrarlo y bañarlo para que no nos ensuciara a nosotros. De estas escapadas y ausencias de varios días, llegamos a entrarnos que alguien lo quería y lo retenía encerrado pero que a veces se les escapaba y volvía, pero tuvo una última salida más de nuestra casa y no regreso más.

Y llegamos a San Juan de Nepomuceno, la ahora tercera cuadra del Jirón Mapiri, y sobre nuestra mano derecha  el primer lugar que nos recibía en el chaflán de la esquina con Cotabambas y con otra puerta hacia Mapiri, era  el Café Restaurante del  “Italiano de la Esquina”.  Nunca supe su nombre y estoy seguro que muy pocos jóvenes o viejos lo sabían  eran unos tipos simpáticos amigables, que ofrecían platos fríos los de siempre en Lima: tallarines en Salsa roja con asado, todavía no había llegado a Lima la hora del pollo, tallarines al pesto, canelones, ravioles, polenta, fetuchini a lo Alfredo, el modongito a la italiana y el famoso minestrones  la infaltable butifarra de jamón del país con salsa de cebolla y diariamente, a eso de las tres  de la tarde, las fuentes de aceitunas negras y de botija con abundante salsa de cebollas, variedad de vinos y vermuts, el famoso capitán,  Lima tampoco se había vuelto cervecera, recién hacia su aparición tímidamente  una cerveza de marca Polar y la malta negra, gaseosas,  la famosa y limeñísima Pasteurina, cuya fábrica estaba localizada a espaldas nuestras y donde recuerdo que por tener pozo de agua, abastecía a la vecindad cuando había cortes de suministro y la Inka Kola, patrocinadora del radio teatro Inka Kola Tarzan Club, que niños y adolescentes escuchábamos por radio América o Colonial, no lo recuerdo bien y que nos permitía a los socios recibir un regalo en Navidad en su planta del Jirón Cajamarca en el Rímac.  Era el Restaurante del Italiano lugar obligado de lonche de los visitantes del palacio de Justicia, que no representaban ninguna plaga como lo es hoy día y de los vecinos que compraban para comer en casa… es decir, un sitio en el que cualquier cristiano no podría mantener la línea.  

Al correr de los años, asistimos con cierta tristeza al traspaso del negocio, lo dejaron los italianos y pasó a manos de unos japoneses, quienes siguieron la misma rutina y la clientela no disminuyó. Tenía el nuevo dueño un hijo, casi joven y una hija que frisaría los trece a quince años. Te confieso amigo, que nunca he vuelto a ver un rostro de niña oriental más hermoso, ni en almanaques, tanto, que andando los años, nos enteramos que  fue empleada como azafata en una línea aérea internacional.

Y caminando hacia San Carlos,  venía luego un solar de dos pisos, recuerdo que allí vivía uno de los integrantes del grupo criollo Los Embajadorcitos Criollos, Bari se llamaba o le decían. Siempre inconformes con la incipiente  fama o méritos entre ellos, se decía que éste,  no estaba contento,  pues él  creía ser  tan hábil como para puntear la guitarra en vez del titular primera guitarra. Y  valgan verdades que, el titular primera guitarra del conjunto, Humberto Pimentel,  que así  se llamaba, era un prodigio con el instrumento y que por estar en este país nunca se le dio el valor que debía habérsele  dado.  Tengo la plena seguridad que el tal Bari no le llegaba ni a la más chica semifusa partida en diez a Humberto.  Decían  que esta habladuría era de la mama de Bari, que era una señora zambuca de cierta gordura y por esta razón de poco cuello y que lo malvados apodaban  “la sin cuello”, tal como su figura su lengua, añadían. Confieso que fui testigo presencial de estos libelos, vertidos por la boca de ésta señora en una ocasión en que esta proponía su deseo y el de su hijo, al resto del conjunto y sus managers.

En el mismo solar, vivía la Sra. Alejandrina, ella era una mujer agradable, blanca, de apariencia cajamarquina y tenía un hijo  contemporáneo de nosotros  y que solo lo conocíamos como Magio, porque en alguna ocasión dijo el que era un gran magio y que hacia magia, el chico éste creció y  supimos que había entrado como aspirante a jockey, había tenido varios  triunfos, hasta que un día ingrato nos enteramos que sufrió una caída fatal y murió, nos relataron el drama de su mama y verdad que nos sobrecogió a todos los que lo habíamos conocido y lo habíamos acompañado en nuestras mataperrerias.  

La casa siguiente era una construcción en  los bajos del solar mencionado y en ella vivía la familia Zegarra, que conocíamos como “la familia de los peloduros”,  no me acuerdo porque les decíamos así, pero eran unos chicos y chicas buenos mozos, muy amigables y que decir de su mama, muy simpática, a pesar de una operación facial, que le comprometió  el pómulo izquierdo y su esposo que siempre   vestía camisa con corbata y saco de cuero y sombrero de paño y lentes ahumados. La tía Nelly, hermana de la madre, que recordándola ahora,  tenía una hermosura de rostro y cabello rubio, hasta sus hombros, a la moda de la época. Vestía con elegancia sus trajes sastres y blusas blancas las que revelaban  su fina silueta, calculo bordeaba  un metro setenta y usaba unos tacones, creo de 5 o 7 cm, toda una estatua nacarada.   Debió haber tenido alguna decepción, porque  quiso ingresar a un convento, pero no pudo hacerlo y al final se casó con un Notario.  Tiempo después, me enteré,  cuando vivía en los Barrio Altos, que un médico amigo, de  padre asiático y madre francesa  había sido uno de sus pretendientes. El Dr. Tang Brugete, era un tipo bien plantado y agradable de buena posición, creo que llegó a ser nombrado como Director de la Maternidad, pero ella prefirió al final  a su elegido,  que era la antípoda del  referido médico. En la parte de arriba del solar vivía la familia Aragón, que decía mi padre, había sido boxeador profesional,  bueno,  pero sin suerte, posteriormente arruinado por su salud en decadencia.

Ahora continuaba una finca de dos pisos moderna de color cemento y en cuyo primer piso había una carpintería, Ramos se llamaba el gordo dueño del negocio, pero cumplido de su trabajo y que nunca lo vi en algún litigio ni escándalo. Me impresionaba  las maquinas que tenía  y el ruido escalofriante que hacia la sierra al cortar la madera, como digo sería bastante cumplidor porque su clientela era grande y venían a solicitarlo la mayor de las veces gente en buenos autos, que salían siempre sonrientes de la carpintería.  Anexa a  la carpintería, estaba situado otro solar angosto y lo más notable de ello era que allí tenía mi padre un amigo el Sr. Gallardo, que lavaba ropa en seco, haciendo uso de gasolina y fue una tarde que tuvieron que llamar a los bomberos pues se había registrado un conato de incendio por fortuna nada grave pero si  de bastante miedo.  

Luego venia un Salón de billar, recuerdo que el hijo del dueño se llamaba Teodoro,  Lolo le llamábamos,  mayor que yo, le caí en simpatía y fue el que me acompaño por primera vez el primer día de clase al Alfonso Ugarte, cuando los primero años estaban en lo que  fue  el ministerio de Hacienda y hoy creo el Poder Judicial, yo hacía el tercer año, pero me retire a medio año para seguir en el San Ramón  de Tarma. Tenía el amigo Lolo dos hermanas muy guapas y en alguna ocasión, para carnavales precisamente, organizaron un reinado  y nos vimos  comprometidos a comprar los votos benditos. Algo pintoresco era que al familia de Lolo, tenía como empleado a un muchacho de baja estatura y los malvados le habían puesto de mote “Tarzan enano” y que completaba su tamaño con una voz aguda, que los susodichos malvado remedaban

Y como no podía faltar en la cuadra o Jirón, había la consabida Agencia Funeraria,  que fue una  noche de un ardiente partido de futbol callejero, víctima del entusiasmo,  con el saldo de una de las lunas de una de sus dos puertas de vaivén hecha trizas,  causada por un potente tiro  de un player, desgraciadamente desviado. Lo costeante es  que otra noche de deporte yo en brillante jugada envíe un cañonazo, ligeramente desviado y  que fue hacia la misma puerta ya con luna nueva y ante  la desesperación mía de mi hermano menor  y otros jugadores la, pelota  de trapo, golpeo el marco de la misma puerta y no a la luna. El alma me volvió al cuerpo  y  por supuesto el partido terminó en estampida de los players y el abandono de nuestra costosa pelota de trapo, porque  el dueño de la funeraria salió y nos dijo vela verde.  En el segundo piso de la finca vivía una familia que suponíamos  apellidaba Bacigalupo, por cuanto más de uno de nosotros había visto al Jefe de familia trabajando en los Almacenes Bacigalupo del Mercado Central Antiguo -.todavía no lo habían incendiado para construir el nuevo mercado Ramón  Castilla -que ocurrencia de nombre- 

En el exterior de la puerta que daba acceso a esta casa hacia la calle, tenía ésta una grada que era el asiento favorito de nosotros, entre  ellos  un amigo distinguido de todos, me refiero a Dn. Rafael Eugenio Córdova Rivera. Con él compartíamos  tertulias nocturnas cuyo límite eran no más allá de las 10.00 p.m.  Seguía luego el solar en que viví una vida maravillosa como lo dejo entrever y que me reservo para una narración posterior – si ésta amigo mío no te desalienta-. 

A continuación venia una sastrería, cuyo dueño por supuesto sabía la vida y milagros de todo el vecindario, de mediana estatura, atenta mirada, siempre me contestó el saludo muy afectuosamente, como creo lo hacía con todos los vecinos.  La casa de la Familia Dávila, seguía y en ella habitaban dos chicas verdaderamente bellas, tanto que las llamaban la “Flor de Mapiri” y que en alguna temporada de caza, una de ellas, la menor,  fue una tentación para el hermano de la dueña de la  farmacia del barrio, pero falló.  Las chicas, tenían un hermano menor, que luego se dedicó al periodismo, llegando alguna vez a suplir al famoso Guido Monteverde en su columna en el diario Ultima Hora.

El solar que continuaba, sólo era famoso porque allí habitaba una anciana, la Sra. Hermelinda,  prestamista del barrio, a la que todos concurrían en auxilio y que los malvados mataperros habían apodado el “Banco Gibson”.

Lo que seguía al solar de la “Banco Gibson”, era el negocio más simpático, creo yo, podía tener un barrio limeño: la lechería del barrio –no recuerdo si tenía letrero o nombre- pero era el sitio más concurrido de alrededores,  era un lugar amigable  bastante grande y que en  seguida de su puerta grande de entrada, hacia la derecha tenía una isla o mostrador de losetas blancas y sobre ella una vitrina donde se apreciaba el asado , el jamón del país, chicharrón y el relleno  principalmente, que constituían el material para hacer los sanguches verdaderamente limeños de verdad y de verdad, verdaderamente deliciosos.  Unos dos metros   más atrás, estaba la cocina, un mounstro grande con un quemador de petróleo del que salía un chorro de fuego a presión y que calentaba y cocinaba en unas sartenes grandes  el relleno, chicharrón y camotes. Mientras que  a una prudente altura sobre la cocina pendían unos pedazo de pellejo de cerdo, que luego fritas degustábamos con el nombre de Lonjas, -hoy mis hijos las compran envasadas  y las llaman chicharroncitos.  

Un poco después de la isla vitrina donde  se situaba el dueño del negocio y recibía pedidos, ordenaba a los mozos  y cobraba por el consumo, había una mesa amplia de fierro donde estaban dispuestos dos recipientes de forma ovalada de fondo plano, mediano tamaño y cuyas tapas tenían dos agujeros en  los que calzaban dos lecheras de fierro aporcelanado y que contenían, una  la leche caliente y la otra el café caliente.  Estos recipientes de Zinc amarillo eran unos baños de María que con el agua caliente de su interior mantenían la leche y el café calientes y a la mano de los mozos para atender a los comensales. Sobre a mano izquierda y el fondo del local se alineaban muy ordenadamente varias mesas de fierro y tablero de composición, no creo que hayan sido de mármol, típicas de los restaurantes y fondas  de Lima y por el centro mismo de la sala, varias mesas y sillas de madera, que proveían facilidades y comodidad para sus parroquianos, los que al terminar el desayuno o lonche, salían  lanzando  loas al sabor de sus pedidos, acompañándolos las más de las veces con unos grotescos eructos.   

Debo decirte que uno de sus habitúes era Milord, la mascota de mi padre, al que varias veces sorprendimos haciendo sentaditas ante los comensales para ganarse un camotito frito y el muy ladino no hacia estas gracias en casa donde tenía el alimento seguro.  El dueño era un japonés, muy serio y adusto, su hijo menor Kionori , era un mataperros acriollado que competía con nosotros en la pelota y en el patinaje, era él quien tenía un par de patines Winchester y que a mucho ruego de mi hermano menor, logro que mi madre le comprara uno al referido nisei, el otro hermano era un típico guerrero de alguna guerrita mundialita o de chacra como acostumbrábamos a decir, estudiaba en el Guadalupe e iba  al colegio provisto de su uniforme comando completo, incluyendo cristina con su rombo rojo, galones, botas de cuero, casaca, maletín mochila de cuero y guantes de cuero y solo le faltaba su katana, que no dudo  extrañaba.   Sabes un dato, los mayores habitúes empedernidos de este café, eran los choferes, cobradores y mecánicos de la Línea 9, que entonces cubrían el recorrido del Parque Universitario hasta la Quebrada de Armendáriz,  pasando por supuesto cerca del Colegio y que se constituyó en una de las líneas más usadas por nosotros.  La acera derecha de toda la cuadra resultaba un lugar de estacionamiento desde las seis de la mañana y en las tarde a partir de las siete de la noche de sus ominibuses. Horas después en la noche, la lechería, era un punto de reunión de personas bien, allí se llegaba un medico amigo del barrio y que un día llego con la novedad de un radio portátil a pilas. El armatoste éste, era del tamaño de tres libros del Tesoro de la Juventud juntos y pesaba duro, pero era lo más nuevito de la época. Y como él varias concurrían personas mayores semejando un club nocturno, del cual e despedían cuando el local cerraba a eso de las 10.00 p.m. o un poco más.

El penúltimo negocio que había en la acera derecha era una carbonería cuyo dueño era Juan  otro ponja de carácter apagado pero cortés y como carbonero siempre estaba todo tiznado   y al llegar a la esquina en chaflán con el Jirón Sandia, “la tienda del chino de la esquina”, que más parecía japonés también, vaya usted a saber, la tienda era como eran las tiendas y chinganas de Lima.  En la parte delantera se expendían los abarrotes y comestibles y estaba separada de  un ambiente interior por dos puertas de vaivén y que era en realidad un bebedero para gente que libaba licor, provista de un urinario y sanitario y un lavatorio, al cual acudíamos con permiso del dueño, para beber agua en los días de verano fuerte.  Lo recuerdo bastante porque allí expendían algunos útiles escolares y fue el primer negocio donde llegué a adquirir  mi  primer lapicero de tinta seca o bolígrafo, una novedad en una época elegante de la lapicera fuente, a la cual mataría algunas décadas después.

Y aquí mi amigo Lucho, debo detener mi relato que creí iba a ser más corto y no quiero ser cansado y me atrevería a pedir que me digas  si es pasable, para poder continuar más adelante.

Con el cariño de siempre
Pablo.
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Notas respecto al autor:

Don Pablo Livia Robles, químico-farmacéutico de profesión es un condiscípulo con quien tuve la suerte de hacer el sexto año de la primaria en el antiguo y recordado colegio Alfonso Ugarte, de la calle Chacarilla en Lima; fue el año de  1950, luego seguimos hasta culminar la secundaria en aquella memorable alma mater.

De espíritu observador y exquisita sensibilidad para las personas, le son además peculiares su extraordinaria memoria destinada a los modelos de la aviación de las dos devastadoras guerras mundiales, incluyendo la de Corea. Además de conocer el tipo de aparato y hacer su descripción es capaz de dibujarlo a la perfección. Recordamos el obsequio que nos hacía cuando dejaba el recreo para dibujar modelos en la pizarra. 

Hay mucho de erudición en este viejo condiscípulo por quien guardo profundo afecto, sentimiento que es unánime dentro de los miembros de la Promoción AU 55.


sábado, 19 de mayo de 2012

Singular expresión gráfica de una época del Perú

Para mi hijo Jamil Siabala Valer


Felipe Guamán Poma de Ayala, el cronista de Indias
Y sus contestatarios dibujos






Autorretrato de Felipe Guamán Poma de Ayala, que está tomando lasrelaciones y leyendas de los indios antiguos, que por sus tocados sedistinguen como procedentes de varias provincias y de varios rangos




M

uy temprano por diciembre, en pleno invierno de 1912, Herr Doktor Richard Pietschmann, según cotidiana rutina apresura salvar la gran puerta de la Real Biblioteca en Copenhagen, Det Kongelige Bibliotek, bella edificación que se levanta al fondo de un parque muy bien cuidado en la hermosa y fría capital de Dinamarca; luego de recorrer un tramo por un corredor encamina sus pasos al Centro de Manuscritos y Libros Raros de aquella sede.




    Det Kongelige Bibliotek, Copenhagen, Dinamarca. Aquí se conserva desde 1690  La Nueva Crónica y Buen Gobierno del peruano Felipe Guamán Poma de Ayala



Regresa todos los días para continuar sus investigaciones respecto a datos de hermenéutica gráfica y bibliotecología que le reportan las narraciones en castellano antiguo y quechua inca que acompañan hieráticos grabados, extraordinarios por la singularidad de su expresión trabajados a la pluma; todo ello contenido en un grueso manuscrito en pergamino e infolio pero incompleto, cuya data del SXVII le era familiar por haber sido su feliz descubridor y conspicuo estudioso.





Se halla en capacidad para desentrañar aquellos dibujos y entreveros de castellano y quechua desde 1909, fecha que en ocasión de una conferencia dio con el manuscrito N° 223 (2232, según Ludeña) y en él, durmiendo un letargo de siglos, un libro en gran formato con ilustraciones, signos, viñetas, leyendas en quechua y castellano que llamó de inmediato su atención, posterior estudio y divulgación.

Ya en ese gabinete, cubierto de impecable mandil blanco, puesto cómodo y a la vista del atril confeccionado a propósito el Dr. Pietchmann absorto, anota y observa cuidadoso, alterna la vista de un extenso mapa del Virreinato del Perú al voluminoso libro y luego a su cuaderno de apuntaciones. Muchos libros conexos le auxilian.



Manuscrito en folio, a la izquierda, ejecución de Túpac Amaru

Su imaginación vuela lejos y repasa con una lupa las peculiaridades bibliográficas de ese manuscrito en gran formato: 1 m de largo 90 cm en el ancho y 22 cm de grosor con cubierta dura y 1179 páginas; estudia en ella los mensajes que un nativo peruano había escrito entre 1584 a 1614 ilustrándolo con dibujos a pluma, algunos de gran factura aunque notoriamente carentes de perspectiva, con leyendas yuxtapuestas muchas en castellano y en quechua las más, que tienen la virtud de informar -de un golpe de vista- un registro fáctico o la descripción de un personaje.  Grabados de singular factura y riqueza expresiva muy propias, que ahora hacen reconocible a su autor D. Felipe Guamán Poma, convertido así en el cronista indiano de mayor importancia que haya contado el Perú con referencia a su pasado desde el punto de vista nativo.

Es así que desde esta lejana sede danesa, repositorio de raras antiguallas bibliográficas de incalculable valor que le han dado celebridad y fama, nuestro aplicado personaje estudia La Nueva Crónica y Buen Gobierno, aquel tesoro peruano en manos privadas, desde remota antigüedad. Conservado en severos anaqueles durante siglos durmió su largo sueño hasta ser descubierto ésta singular y excepcional pieza fuente de ilustración de aquella época de treinta años del pasado del Perú sobre cuya base es posible reconstruir mucho de lo acontecido. Precisamente para ello fue concebido. 

Richard Ludwig Wilhelm Pietschmann

Nació el 24 septiembre 1851 en Stettin, Alemania y habría de fallecer en Göttingen el 17 octubre 1923; bibliotecario, orientalista y antropólogo. 

A él se deben las tareas de investigación primaria que dieron con el tantas veces citado manuscrito indiano y los principales esfuerzos hermenéuticos de La Nueva Crónica y Buen Gobierno del cronista natural de Lucanas, la antigua Huamanga, don Felipe Guamán Poma de Ayala, infolio en el que recogió datos y anotó cuanto acontecimiento y personaje colonial ejerció dominio y poder sobre las poblaciones indígenas y su especial servicio en las minas.

El libro en Dinamarca

Es importante añadir que la Biblioteca Real de Dinamarca es, además, un Museo de antiguos libros de historia de valor inestimable e importancia museal. Los posee provenientes de la biblioteca del Rey, de la propia Real Biblioteca y de importantes colecciones adquiridas con afán especializado durante cuatrocientos años.

Las colecciones se remontan a la década de 1600, cuando el fundador de la biblioteca, Federico III, adquirió un número de bibliotecas privadas daneses en 1650 y 1660. En 1800 la Biblioteca enriqueció con otras colecciones privadas agregadas parcial o totalmente. La más significativa de estas incorporaciones fue la biblioteca ducal del Catillo de Gottorp, en la ciudad de Schleswig. Su existencia se debe que fuera tomada como botín de guerra danés en 1713 y décadas más tarde trasladada a Copenhague.

La colección Otto Thott con gran cantidad de incunables y manuscritos, que llegó a la Biblioteca Real, como un legado de muerte Thott en 1785 y la colección danesa de Henry Hielmstiernes de libros impresos que fuera entregada a la biblioteca en 1807, son notables antecedentes de enriquecimiento patrimonial tan exclusivo. No es raro entonces que un libro de las características del que nos ocupa fuera semejante tentación como para no privarse de su posesión y por el contrario hacer el gasto necesario.

El cronista indiano

Natural de Huamanga, de ilustre prosapia, Felipe Guamán Poma de Ayala, suma a sus nombres de noble estirpe quechua el  apellido castellano Ayala en un ferviente deseo de saberse ante el Rey un gentilhombre o personaje notable que pudiese ser escuchado en real audiencia, ajustado claro está, a los protocolos imperantes.

Los estudiosos han coincidido que la monumental obra escrita en pergamino como lo tenemos informado, formato al folio que suma más de 1000 páginas (1179 para ser exactos), con dibujos a pluma y caracteres quechuas y castellanos, de alguna forma es el instrumento principal con el que su autor pretendió o trató de ajustar su persona al antecedente de la nobleza imperial inca y a un entroncamiento castellano para acercarse al soberano y conseguir su gracia.

Su vida que resulto longeva, pues dice haber alcanzado los ochenta años, estuvo dedicada a tomar nota gráfica y literal de cuanto acontecimiento dañoso o abusivo se ejercitaba sobre el pueblo al que pertenecía, pueblo sometido a la recluta forzosa para trabajar los socavones de las minas del precioso metal, razón y prez de la administración colonial.

Viaja en consecuencia y se desplaza, al parecer sin oposición alguna, por cuanto su obra, explicita denuncia o testimonio elocuente no la había divulgado aún, por obvias razones, o en todo caso lo habría sido para muy allegados más nunca ante autoridad civil o clerical alguna, que dicho sea de paso medraba con celo y conexión con el severo y puntilloso Santo Tribunal de la Inquisición.


En materia de justicia, ajusticiamiento, castigo, alimentación, medicina, vestido, trabajo, costumbres nativas, españolas, religiosas, personajes del pueblo indígena, mestizo y criollo, de la nobleza, del clero y, en fin, cuanto de propio tuvo aquella larga etapa ha quedado impreso y es fuente de consulta, por especialidades.

Impreciso, contradictorio, exagerado o cualesquiera quieran ser los epítetos empleados por los estudiosos ha quedado claro que esta singular obra es un testimonio invaluable de la época que describe. Debe su conocimiento del quechua y lenguas aborígenes, con gran dominio, a su cultura vernácula y alguna instrucción en el castellano por razones de obligación impartida por sacerdotes de la doctrina y los servicios de monaguillo que habría realizado en su mocedad.  

Finalmente, teniendo presente que era su propósito enterar al rey de España de estos tristes acontecimientos que, entre otras consecuencias, habían sido la reducción notable de la población original de tan vasta región que fuera el Perú, considera haber llegado el momento esperado y escribe al Papa; además lo hace, tanto a la correspondiente autoridad de España cuanto a la de Lima para que se ordene el envío de su libro y se cumpla con tal remisión al dominio del monarca, respectivamente.

Cuando tiene lugar su presencia en la vieja ciudad de los Reyes o Lima, donde viaja a edad provecta, nuestro cronista persuadido equivocadamente como estaba que el rey desconocía de los atropellos descritos en su Nueva Crónica y Buen Gobierno, es tomado preso y desaparecidos, tanto su persona como su importante obra.

Así los sucesos acontecidos en el Perú al finalizar el SXVI y empezar el XVII, dibujados y anotados con prolijidad tan personal en quechua y castellano por nuestro cronista D. Felipe Guamán Poma de Ayala, no vieron cumplidos los esfuerzos para el que fueran trabajados durante treinta años; frustrada que fuera el propósito y ocultada su obra que fue extraviada termino el asunto, hasta la notable hazaña del científico alemán, Dr. Pietschmann. Por esta razón era un ilustre desconocido hasta 1908 y es a partir de los estudios nacionales cuando se va certificando su existencia a la luz de documentos administrativos que habría suscrito en títulos de tierras de los comuneros de Quínua. 

Los grabados referentes a los corregidores, padres doctrineros, cuando no alcaldes fueron personajes de la burocracia colonial ante los que en muchas ocasiones hubo de comparecer nuestro acucioso indígena y por ello son sus preferidos, de ellos resultan severos juicios, no exentos de ironía y despecho. Poma era de natural rebelde, inteligente en el idioma de Castilla como en el dominio del quechua de su tierra natal, Huamanga. Cada grabado es una historia y son cientos; veremos en este artículo algunos muy representativos, con sus respectivas descripciones.

No se puede expresar de la obra de Guamán sea de precisión severa, docta y ajustada a la verdad, quienes la han estudiado encuentran severas contradicciones y otros defectos a esta singularidad que fue madurando y envejeciendo con su autor en natural y progresivo deterioro senil.

Testigo excepcional vio sufrir y sufrió la dureza de trato y la expoliación en las minas, que le llevó a dibujar, anotar y compilar con el propósito de hacerlo de dominio del Rey de España y, de paso, granjearse su voluntad para obtener algún importante cargo en la colonia. Guamán Poma estaba persuadido que el monarca español desconocía la tropelía y la devastación de población y riqueza que oficiaban las reales autoridades, pero estaba equivocado pues el soberano si estaba al tanto y muy satisfecho con las cuantiosas y puntuales remesas que llenaban sus arcas gracias a la competente diligencia de sus funcionarios virreinales.

Es de importancia para los estudios del pasado peruano y un feliz acontecimiento cuando el doctor Pietschmann dio para su sorpresa y beneplácito con aquella crónica que había dormido los últimos siglos en el aquel anaquel de la Real Biblioteca de Copenhagen y se avocó a su estudio y divulgación. Un acontecimiento en la tercera década del SXIX.

Se suma en importancia para conocer el pasado de la cultura peruana a Los Comentarios Reales de los Incas del ilustre Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso, cusqueño de nacimiento y cordobés por adopción. 

La obra despertó de inmediato la atención de los estudiosos y muchos de ellos viajaron a Copenhagen para ver el manuscrito y leer directamente en él. Es entonces que el científico francés Paul Rivet da a la prensa la obra en edición facsimilar algunos de cuyos ejemplares fueron adquiridos por estudiosos peruanos que han podido dar cuenta de su importancia.

Sobre el particular hemos leído la obra -inicialmente destinada a tres tomos pero impresa únicamente los dos primeros- del profesor huamanguino, señor Guillermo Ludeña de la Vega (La obra del cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, impresa en Lima en febrero de 1975) sobre cuya base y grabados hemos compuesto la exposición iconográfica que presentamos que fuera prolijamente tratada por el estudioso y paisano del cronista indiano a la vista del facsímil de Paúl Rivet del viejo manuscrito, ahora patrimonio de la célebre biblioteca danesa.

El sitio de la Real Biblioteca de Copenhagen, es el portal oficial con datos precisos, en línea -on line- sobre la obra y su autor, así como las transcripciones, de las cuales colocamos el Prólogo y su ampliación en el lenguaje del cronista peruano (Ver)


PRÓLOGO AL LETOR cristiano que leyere deste dicho libro, biendo la ocación en las manos el escrito, para sacar en linpio estas dichas historias ube tanto trabajo por ser cin escrito ni letra alguna, cino no más de quipos [cordeles con nudos] y rrelaciones de muchas lenguaxes ajuntando con la lengua de la castellana y quichiua ynga, aymara, poquina colla, canche, cana, charca, chinchaysuyo, andesuyo 1, collasuyo, condesuyo, todos los bocablos de yndios, que pasé tanto trauajo por ser serbicio de Dios Nuestro Señor y de su Sacra Católica Magestad, rrey don Phelipe el terzero.

Gasté mucho tienpo y muchos años, acordándome que a de ser prouechoso a los fieles cristianos para emienda de sus pecados y malas uidas y herronías y para confesarse los dichos yndios, y para que aprenda los dichos sazerdotes para confezarlos a los dichos yndios y saluación de las dichas ánimas y la dicha ynpreción y gozo deste dicho libro, Primer y nueua corónica y de uien uiuir de lo dichos cristianos, yntitulado de los primeros que auido coronestas y áuiles, ynprimido por auilidad de los yndios préncipes y señores2 del rreyno de las Yndias.

Y la dicha merced pide y suplica para cienpre de la dicha ynpreción a su M[agestad], del dicho libro conpuesto por el dicho autor, don Felipe Guaman Poma de Ayala, señor y capac apo, ques préncipes3, pues que lo merese de la dicha auilidad y trauajo.

/ khipu /

1 [2004:] Por debajo de “andesuyo” se lee “condesuyo”. Es una corrección que Guaman Poma habrá hecho mientras redactaba el texto.

2 “Préncipes y señores” fue originalmente “prencipal y señor”.

3 Se repite el cambio de “prencipal” a “préncipes”. [2004:] Es decir, Guaman Poma modificó “cacique prencipal” a “capac apo, ques préncipes”.

Secuencia de los grabados tomada del libro del profesor ayacuchano Guillermo Ludeña de la Vega, con sus interesantes pies de grabado:




Caratula del Manuscrito































































Virreyes durante la vida y obra de Felipe Guamán. Período de su dilatada existencia, entre 1534 a 1615, 81 años:

1. Virrey.- Don Blasco Núñez de Vela, (17 mayo de 1544 hasta el 18 de enero de 1546 en que fuera muerto en la batalla de Añaquito)
2. Virrey.- Don Antonio de Mendoza, marqués de Mondéjar (1551-1561)
3. Virrey.- Don Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete. (1555-1561)
4. Virrey.- Don Diego López de Zúñiga y Velasco, conde de Nyeva. (1561-1564)
5. Virrey.- Don Francisco de Toledo, conde de Oropesa. (1569-1581)
6. Virrey.- Don Martín Enríquez de Almanza. (1581-1583)El Calendario Gregoriano empieza el 15 de octubre de 1582.
7. Virrey.- Don Fernando de Torres y Portugal, conde de Villar don Pardo. (1584-1589)
8. Virrey.- Don García Hurtado de Mendoza, Segundo marqués de Cañete. (1589-1595)
9. Virrey.- Don Luis de Velasco, marqués de Salinas. 1596-1598)
10. Virrey.- Don Gaspar de Zúñiga Acevedo y Figueroa, conde de Monterrey. (1604-1606)
11. Virrey.- Don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros. (1607-1614)
12. Virrey.- Don Francisco de Borja y Aragón, príncipe de Esquilache. (1614-1621)


Créditos:

Profesor Guillermo Ludeña de la Vega, La obra del cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala, Lima, 6 de febrero de 1975.

Datos generales de la Crónica:


Felipe Guamán Poma de Ayala: El primer nueva corónica y buen gobierno (1615/1616) (København, Det Kongelige Bibliotek, GKS 2232 4°)